El Panteón

Alguna vez me contó mi abuelo Laureano -y ésta no es una fórmula literaria para comenzar cualquier relato o pseudo-crónica a los que se les quiere proporcionar cierta veracidad, si no que es realmente como pasó, pués Laureano gustaba de contar a sus nietos historias de antes, que quizás hicieran mella en mí para que ahora sea un apasionado de lo antiguo y las tradiciones-, decía pues, que una vez me contara mi abuelo, que siendo él un niño, corretearía con otros muchachos por las dependencias, celdas y claustro del Convento de Dominicos que, por aquel entonces, estaba abandonado o por lo menos no había ya monjes habitando esos muros.

En aquellos días que mi abuelo me contaba estas y otras historias, yo debería de tener no mas de 10 años y eso de celdas me sonaba a prisón... a cárceles... ¿los monjes encarcelados? ¿pero por qué?... ¿qué mal debieron de hacer para convertir su vivienda en su cárcel?... Luego, con el tiempo, supe que así se llamarían a las humildísimas estancias o alcobas donde ellos dormían, en un parco camastro, y hacían sus penitencias, hincadas las rodillas en el frío suelo, los monjes de cualquier monasterio o convento.

También siendo Laureano un crío -mi abuelo nació en 1901- jugaría con otros al esconderite por aquellos lugares que se conocían como la palma de su mano. Y también me contó, que entraban en el Panteón de los Marqueses por un pasadizo subterráneo que iba a dar justo debajo de la bóveda de la Iglesia desde el Convento, y correteaban por allí a sus anchas, pues estaban abandonados, desde 1835, tanto la iglesia como el Convento. La Iglesia, en particular, había pasado en 1915 a manos de unos cuantos vecinos, siendo estos sus propietarios en un porcentaje porporcional a su participación en la compra de las fincas de lo que fue Palacio, Convento y Colegio, al último propietario y señor, el empresario madrileño Agustin Alfageme. Y así estuvo en poder de particulares hasta su posterior donación a la diocesis, que la volvió a abrir al culto en 1925. También me contó mi abuelo, que cierta noche apareció un la Plaza Mayor toda una comitiva de santos e imágenes que algún quinto gamberro sacó de la iglesia y los dispuso a modo de personajes en una irreverente puesta en escena. Mi abuela se seguía escandalizando cuando rememoraba tan dantesca imágen -todo ello denota el abandono bajo el cual estuvo todo el edificio religioso en esos años posteriores al motín, e incluso anteriores al mismo-.


Panteón en el que se hicieron enterrar , no sólo los primeros marqueses de Távara: Don Bernardino Pimentel Enríquez y Doña Constanza Osorio de Bazán, tal y como rezaba una lápida -puede que de mármol rojo- que antaño estuviera justo ante el Altar Mayor, marcando el lugar exacto del enterramiento, bajo la bóbeda semiesférica; si no que también fueron alli enterrados otros familiares como los padres de Bernardino: Don Pedro Pimentel Vigil de Quiñones y la Señora de Alba de Liste Doña Inés Enríquez de Guzmán, los que fueran fundadores del Mayorazgo al que la villa de Tábara, y su Tierra y sus pueblos, pertenecieran. Además también fuera enterrado en Tábara, venido el cortejo fúnebre desde Silicia, Don Antonio Pimentel y Toledo, cuarto marqués de Tábara y otro Pimentel más, un tal Enrique, hijo de Pedro, que es muy probable que fuera Don Enrique Pimentel tercer marqués de Távara e hijo del segundo marqués Don Pedro Pimentel Osorio.

De estos enterramientos tenemos constancia por un "libro bezerro y descripción de los estados de Távara y Villada, año de 1733" del archivo de la casa de Pastrana. Empieza el libro por la descripción del marquesado y mayorazgo de Távara, compuesto de esta villa y 13 lugares que en junto contaban 298 vecinos. En Távara tenían los marqueses un palacio de piedra muy antiguo y ya medio arruinado cuando se escribió el libro. En el convento de Dominicos de la misma villa existía un Panteón señorial. En el citado libro se copian las siguientes inscripciones sepulcrales:
"El Conde Don Pedro Pimentel -hijo de Alonso y su mujer doña María de Quiñones- y su otra mujer doña Inés Enríquez de Guzmán (Bernardino es hijo de este Pedro y de su segundo matrimonio con Inés, pues murió la anterior esposa y el hijo de ambos antes de cumplir la mayoría de edad este último). Murió el conde Don Pedro en 1504".

"Don Antonio Pimentel, marqués de Távara, gentilhombre de cámara de su magestad, capitán de caballería, Virrey y Capitán General del reino de Valencia y del reino de Sicilia. Murió gobernando el reino de Sicilia el 28 de marzo de 1627".

"Don Enrique Pimentel, hijo de Don Pedro" (sin fecha).

Fuente:Libro de Villada. Apendice III Documentos del Archivo de Pastrana. Biblioteca Digital de Castilla y León
Siguiendo con el curso de nuestra historia, la antes citada lápida de mármol rojo estuvo muchos años colocada a la entrada de la Iglesia conventual, trasladada allí desde su lugar original, según creo, cuando a la iglesia se le colocó el entarimado de madera que cubre el frío suelo original del templo, que presupongo sería de piedra y losas como es habitual el pavimento de los templos antiguos. Esta obra debió de acaecer a mediados del siglo XX pues mis padres aún recordaban haberla visto en su anterior emplazamiento. Hoy en día, desconozco su paradero, no se si está guardada para preservarla del deterioro que las pisadas de los feligreses habían provocado sin que aquella fuera su intención, o bien tengan pensado un emplazamiento futuro en lo que pudiera ser un museo de la villa tal vez en la Torre.

Y si la memoria no me falla, dicha losa funeraria, que tendría aproximadamente 2 metros de añcho por otros tantos de largo -si bien he de reconocer que soy un desastre para el cálculo de distancias a ojo de buen cubero- y en ella estaba inscrito, en caracteres cincelados en la piedra:

"ESTE ES EL ENTERRAMIENTO DE LOS SEÑORES MARQUESES DE TÁVARA".

Foto: Manu Mediaoreja

Lo que ya no recuerdo es la datación de aquella y si se nombraba a Bernardino Pimentel y a su esposa Constanza. Lo que sí que recuerdo es que aparecía de nuevo las armas de Pimentel y Enríquez -ambos linajes del que descendía don Bernardino, el primer marqués- compartiendo un mismo blasón cuartelado. Ya mis recuerdos se vuelven vagos cuando intento recordar si dicho escudo heráldico estaba emcumbrado con la corona y portaba el manto de gules con vuelta de armiño, propio de la realeza y los "Grandes de España", como el que podemos hoy en día observar culminando el retablo del Altar Mayor.

Lo que me lleva a formular una nueva duda: si este distintivo del manto rojo es una cualidad de los blasones de los "grandes de España", ¿el que mandó colocarlo de tal guisa en el retablo fue entonces Miguel de Toledo y Enríquez Pimentel, noveno marqués (concedida tal distinción en 1729)?

Pero esta es una cuestión que abordaremos en otro momento...

Retomando el tema principal de este artículo, me contó también mi abuelo, que un día llegaron "unos del Patrimonio" alegando -o más bien ansiando- buscar y hallar -pues tales serían sus pretensiones- cirta espada propiedad del marqués, que si decían aquellos entendidos, que tenía un piedrón en su empuñadura... que si de rubí... -ande usted a saber de qué gema se trataría- y que si tal y si cual... el caso es que comenzaron a horadar el terreno entre el Palacio y la Torre... y allí nada encontraron... -o eso dijeron-. Pero lo que si hicieron tales lumbreras fue romper ciertas canalizaciones de agua subterránea (tal vez la que, de la Fuente de Los Caños, venía a dar y regar la llamada Huerta del Marqués, por detrás de la Torre o qué se yo). Vaya usted a saber, que harían esos arqueólogos de tres al cuarto que a partir de ese momento, el Panteón quedó inundado e inaccesible.

Hubo intentos de evacuar aquellas aguas con el empleo de bombas de succión, pero todo fue en vano, pues al poco de desalojar auquellas aguas que salían más negras que qué se yo por el lodo y fango que arrastraban, se volvía a cubrir de otras renovadas... pues tal fue el desaguisao de aquellos buscatesoros de Patrimonio que nos privó de su visión y la sumió y consumió en el olvido.

El caso es que con el paso del tiempo se fue perdiendo el recuerdo de aquella cripta-panteón del marquesado de Távara -aunque algunos mayores aún la recordaban bastante bien- a la que se accedía desde una ala del edificio conventual, que en tiempos que mi abuelo Laureano me contaba estas historias y hasta hoy, pertenecía a un particular.

Fue con el devenir de los años, que en 1991, tal y como se dice en el propio sitio-web del Ayuntamiento www.aytotabara.com "...En septiembre del año 1991, a través de una vivienda particular adosada al templo, se descubre el acceso natural a una Cripta- Panteón bajo el crucero del templo" cuando, si se quiere ser lo más fiel a la verdad, habría que decir que se REdescubrió o que se la recuperó de su eterno olvido, pues uno no puede ir por ahi descubriendo las américas tras haberlo hecho Colón en su día -como cantaran en tono cómico aquellos de Les Luthiers en el Mastropiero que nunca.

Comentarios

  1. La lápida del enterramiento, como muy bien has comentado, estaba a la entrada de la Iglesia, en el rellano y supongo al igual que tú, que esa no era su primera ubicación, pues no tiene ninguna lógica el que los Sres. Marqueses quisieran ser pisoteados por toda la eternidad. Nunca he conocido el suelo de piedra de la Iglesia, pero si he visto el cambio para mejor, por lo menos de su imagen y viví prácticamente en primera persona el traslado de la lápida a su ubicación actual, que se encuentra situada a un lado del crucero, a los pies del retablo donde ahora está colocado Santo Domingo, imagen que presidió muchos años el retablo principal, como icono de los monjes dominicos que habitaron el convento y al lado de la abertura que se realizó para poder acceder a la cripta desde la propia iglesia.
    En cuanto a la cripta, a mí también me ha chocado siempre el punto donde dicen que se descubrió, cuando realmente muchas personas sabían que ahí estaba; también es verdad que la cosa se estaba diluyendo en el tiempo y la memoria cada vez era más vaga, solamente hacía falta que alguien tirase para adelante y ahí es donde entra el actual Párroco José Manuel Ramos Gordón, pero recuerdo que en el mismo crucero había colocados cuatro bancos y que los críos allí nos colocábamos para poder oír misa y que por el agujero de un nudo de la madera, tirábamos chinitas y estas caían en el agua que anegaba toda la cripta; luego y a prestación personal, se quitó el agua, se limpió la cripta, se saneó el suelo y se iluminó, para lucir como luce actualmente.

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  2. "Donde entra el actual Párroco José Manuel Ramos Gordón,.."Nos daba miedo entrar, la primera "atada" fue Pili Ferrero. Había un "mouse" de barro seco y un vulgar muro que sujetaba el centro de la cúpula. Las ménsulas de apoyo se veían explendidas, se adivinaba una cúpula casi plana de muy buena factura y de difícil construcción.
    Se llamá a expertos que como Florian Ferrero ya la había estudiado y apuntó a unos maestros únicos que podían coincidir con los que reclutaban canteros para construir el Pórtico de la Gloria y acabar la Catedral de Santiago a las órdenes del Maestro Mateo.
    Se investigó el motivo del muro central tan tosco y aparecieron los justificantes parroquiales de pagos a un vecino que acarreó la piedra; parecía que la rotura de la cúpula coincidía con el terremoto que destruyó Lisboa y que originó también una grieta en la Torre de la Catedral de Zamora, 1751.
    El acceso fue por un conocido hueco que había en la pared sur colindante con la casa del Sr. Santiago, el relojero; en años de sequía de más de un año se sabía que se podía entrar sin problemas y en años que se necesitó el agua "muy fría" que contenía el panteón o cripta se utilizó para regar en el jardín y la huerta.
    Enrique, el del palacio, siempre ha asegurado la existencia de otra cripta a la entrada de la iglesia y parece coherente que una vez que volvieron los enterramientos de los marqueses del Convento de los Jerónimos de Montamarta a Tábara -coincidentes con el traslado de los Jerónimos a Zamora(1535), Fundación Rei Enriques actual- se ampliara la cripta para los marqueses y tambien los frailes dominicos, al menos los priores o abades(1620); según el apeo del Palacio y Convento de 1748 se identifican las bóvedas y sus lápidas y no aparece nigún fraile.
    La reconstrucción de la cripta que se ha mantenido con sus elementos originales, las piedras de bóveda rotas, la clave, se ha sustituido por cristal hormigonado y se instaló una autobomba para las filtraciones de agua. Una obra extraordinaria que merece ser conocida por el nombre del promotor José-Manuel Ramos Gordón.

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  3. Cierto! Mucho hemos de agradecer al actual párroco que el panteón pueda ser contemplado de nuevo en todo su esplendor. Recuerdo haber visitado la cripta cuando aún no se había terminado de limpiar, iluminada apenas por una bombilla, y con el bloque o muro de piedras apiladas en el centro hasta el techo abovedado que según la creencia de Don José manuel, como allí mismo nos dijo a mi padre y a mi, no soportaba el peso de la construcción y su intención era eliminarlo en cuanto se pudiera hacer con toda seguridad.
    Ya en aquel entonces -tendría yo 19 o 20 años- me llamó la atención, conforme según se baja a la cripta, como antes de girar a la izquierda y acceder a la misma, mirando hacia lo que sería el acceso primitivo -hacia el convento, acceso hoy tapiado- la estructura de este último parecía ser de bobeda de cañón de ladrillo antiguo estrecho y alargado, más parecido al que se puede observar en el arco de herradura en el interior de la Iglesia "de abajo", lo único que nos queda del antiguo monasterio de época mozárabe donde se copiaran y miniaran los beatos. Aquello siempre me hizo pensar, desde entonces, que el Panteón del marquesado estaba construido sobre una cripta u osario muy anterior al marquesado y hasta me gustaría pensar que estaba allí en épocas del citado cenobio del siglo X, y que la Iglesia actual, erigida por los marqueses lo estaba sobre los pilares de una anterior, de menor tamaño -estoy investigando en ello- y que entonces los edificios del Palacio, Convento, Iglesia, Colegio, bien pudieran estar edificados sobre los cimientos del primer monasterio que según las crónicas albergaba 600 monjes de ambos sexos y que indica las dimensiones que debió ocupar en superficie un cenobio de esas características. Y que debió continuar la actividad monacal en Tábara despues de su destrucción por Almanzor antes del 988. Tal vez fuera reconstruido y allí se albergara, alguna que otra vez, la Infanta Elvira -hija de Fernando I y hermana de Urraca de Zamora- y allí mandara escribir su testamento fechado en 1099. Edificios que pasaron a ser fortaleza templaria y donde, con el devenir de los años, los primeros marqueses hicieran construir su palacete renacentista al estilo de las villas de campo italianas.

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  4. Soy de tu misma opinión Manu, y tengo ciertos indicios que te mostraré para que los encajes en tus suposiciones

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  5. Amigo Enrique, serán recibidos esos indicios como Agua de Mayo, que tal siempre fue mi deseo y política de este blog: que se hiciera y creciera con la participación de todos aquellos amantes de nuestra historia tabaresa

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  6. Hola,
    a ver si alguie conoce a mi familia, que ya no vive en Tabará, mi abuela se llamaba Herminia Fernandez Fincia y tenia tres hijas en vida, Raquel, Horfelina y Eloina y se fueron a Belgica a trabajar. Eufemia Fincias era prima de mi abuela, la casa familiar esta en la calle de la costanilla o algo asi, hace esquina y esta ceca de la antigua fragua. yO LA ULTIMA VEZ ESTUVE EN tABARA FUE EN EL 82, tenia 21 año, salia en pandillo con el primo de la hija de Eufemia, Gaspar, luego habia un tal Nacho con una moto de cross, dos primos uno rubio y el otro moreno, y uno que venia del pais vasco. Si ha alguien le dice algo me gustaria me escribierán.

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